La Capilla Sixtina le debe su nombre al Papa Sixto IV, quien encargó su construcción en 1473 a Giovanni de Dolci. Miguel Ángel entró a formar parte del proyecto de la famosa capilla en 1508 cuando el Papa Julio II decidió solicitarle para decorar el techo que en aquel momento representaba un cielo azul y estrellado. El Papa quería que pintara en la bóveda las doce figuras de los apóstoles. Sin embargo, a pesar de dicho requerimiento, y debido a sus buenas relaciones con el Papa, Miguel Ángel se tomó la libertad de dejar dicho proyecto atrás para representar trescientas cincuenta figuras a tamaño natural.
Miguel Ángel en el juicio final nos presenta a un Dios justiciero, fácilmente apreciable por la aureola de la divinidad, situado en la parte central superior. Alrededor de él en forma concéntrica se irán presentando los seres humanos al juicio. Cortes de ángeles acompañan con sus trompetas anunciando el acto. Los condenados al fuego eterno, al infierno, se dejan caer y son recogidos por los ángeles de Lucifer. Mientras que los que superan el Juicio Final son elevados a las alturas del paraíso eterno.
De entre todas destaca la figura de Dios, presentado como el nuevo Hércules, masa musculosa que no tiembla a la hora de condenar a aquellos que no han sabido aprovechar la vida terrenal. A su lado sólo pinta a la virgen María, única introducida en la aureola de la divinidad, capaz de interceder. Por el contrario los condenados son representaciones espirituales negativas, desgarrados, desposeídos de toda humanidad, de cuerpos decrépitos, sólo cabe la maldad en ellos. Entre los que son juzgados aparecen también San Bartolomé, del que se dice que es un autorretrato en el que arrastra su propio espíritu. Miguel Ángel dibujó a Jesús totalmente desnudo y en épocas posteriores un papa ordenó a un pintor que recubriese su cuerpo con una túnica.
En el Juicio Final, rompe totalmente la iconografía tradicional, tambien adelantadote a un barroco colonial. Las figuras pierden todo su gesto elegante y elástico y se deforman siendo las cabezas más pequeñas que los cuerpos. Todas las figuras se aprietan en torno a Cristo y aunque él las pintó desnudas, Es en este contexto histórico en el que realiza esta obra, en la que Miguel Ángel quiere expresar su verdad religión católica, llena de pesimismo sobre los tiempos que vive y demostrar al mundo que habrá un día de rendir cuentas.
